Pashmina, la voz detrás de The Gone Goat, no es ajena a las aventuras desafiantes. Conocida por su pasión por el aire libre y su compromiso con los viajes responsables, Pashmina emprendió uno de sus trekkings más exigentes hasta la fecha: escalar el Monte Rinjani, el segundo volcán más alto de Indonesia.
Este viaje no solo se trató de alcanzar una cumbre de 3,726 metros, sino también de explorar el corazón ambiental y cultural de Lombok. Su relato es una historia de valentía, conexión y respeto por la naturaleza.
Comenzando: Un Enfoque Verde para el Trekking
Cuando Pashmina decidió por primera vez hacer el trekking al Monte Rinjani, era muy consciente de la historia de la montaña. Años de sobrepoblación habían dejado los senderos llenos de basura y el ecosistema deteriorado. Decidida a minimizar su impacto, reservó un guía de trekking sostenible, una decisión que estaba alineada con su ética de viaje responsable. El viaje comenzó en Sembalun, un pueblo ubicado al pie del Monte Rinjani, rodeado de verdes terrazas de arroz y un vibrante paisaje agrícola.
Su estancia en una casa de familia local añadió una dimensión única al viaje. Su anfitrión, Armasih, la introdujo a la forma de vida Sasak, compartiendo historias sobre la historia del pueblo y su profunda conexión con la montaña. Esta inmersión cultural fue un recordatorio de que el Monte Rinjani es más que un destino: es una tierra sagrada y una fuente de vida para millones.
A Través de Pastizales hacia el Borde del Cráter
El primer día del trekking comenzó bajo un cielo despejado mientras Pashmina partía por los campos abiertos de Sembalun. El tramo inicial del sendero era engañosamente suave, con ganado pastando y vistas expansivas del campo circundante. Pero a medida que avanzaba el día, la pendiente se hizo más pronunciada y el calor del sol del mediodía se intensificó.
Después de horas de caminata, Pashmina llegó a Pos 1, un punto de descanso donde repuso energías y se preparó para la siguiente etapa. El terreno se volvió escarpado, con grava suelta que desafiaba cada paso. Para cuando llegó a Plawangan Sembalun, el campamento situado en el borde del cráter, sus piernas estaban agotadas, pero la vista valió cada esfuerzo. El extenso lago del cráter Segara Anak se extendía abajo, con sus aguas turquesas brillando bajo la luz menguante del día. Esa noche, rodeada de un mar de tiendas coloridas, Pashmina observó cómo el sol se escondía tras el horizonte, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa.
Un Exigente Ascenso a la Cumbre
El día de la cumbre comenzó en plena noche. A las 2:00 a.m., Pashmina y su grupo se colocaron las linternas frontales y comenzaron el ascenso bajo un manto de estrellas. El tramo final hacia la cumbre fue la parte más desafiante del trekking. La ceniza volcánica suelta y la inclinación pronunciada hacían que cada paso se sintiera como una lucha contra la gravedad. “Cada dos pasos hacia adelante se sentían como uno hacia atrás”, recordó.
A pesar de las condiciones agotadoras, Pashmina continuó, impulsada por una mezcla de determinación y la camaradería de sus compañeros de trekking. Cuatro horas después, mientras los primeros rayos de sol iluminaban la cumbre, estaba de pie en la cima del Monte Rinjani. La vista era de otro mundo: el lago turquesa Segara Anak abajo, el volcán cónico Gunung Baru elevándose desde su centro y, en la distancia, las Islas Gili brillando en el horizonte. Abrumada por una mezcla de agotamiento y triunfo, Pashmina se permitió un breve momento de reflexión antes de comenzar el descenso.
El Descenso: Hacia el Lago y Más Allá
Descendiendo desde la cumbre, Pashmina se deslizó por la grava suelta, dejando que la gravedad hiciera el trabajo. El grupo se dirigió al lago del cráter, donde sumergieron sus pies cansados en las aguas termales. El calor natural fue un bálsamo para sus músculos fatigados, pero la vista de basura alrededor de las termas fue un recordatorio sobrio del impacto del turismo descontrolado.
Después de un abundante almuerzo, el trekking continuó a través de un exuberante bosque tropical. El descenso hacia Senaru fue un marcado contraste con la cumbre árida, con imponentes higueras y los sonidos de aves exóticas acompañando a los excursionistas. Para cuando Pashmina llegó al final del sendero, estaba físicamente agotada pero emocionalmente eufórica.
Lecciones del Sendero
Para Pashmina, hacer trekking al Monte Rinjani fue más que un desafío físico; fue una lección de resiliencia, humildad y la importancia de los viajes responsables. Reflexionó sobre el delicado equilibrio entre el turismo y la preservación, señalando que cada excursionista tiene un papel que desempeñar en la protección de las maravillas naturales que explora.
Mientras estaba sentada en una tranquila playa de Lombok el día después de su trekking, disfrutando de maíz asado y el relajante sonido de las olas, Pashmina sintió una profunda gratitud. El Monte Rinjani había puesto a prueba sus límites y la había recompensado con recuerdos que durarían toda la vida.
Su viaje es un testimonio del poder transformador de la aventura y un recordatorio de que cada paso que damos en la naturaleza debe ser con cuidado y respeto.