Cuando Velysia Zhang decidió ascender el Monte Rinjani, no era solo otra caminata más. Era una aventura que llevaría consigo para siempre. Conocido por su belleza salvaje, el Monte Rinjani cautiva con sus desafiantes senderos y las impresionantes vistas del lago Segara Anak, ubicado dentro de su cráter. Con una altitud de 3.726 metros sobre el nivel del mar, este imponente volcán indonesio exigía respeto, preparación y resiliencia.
Velysia, una viajera experimentada y entusiasta del senderismo, se aventuró a escalarlo durante una de las mejores épocas para hacerlo, entre mayo y julio, cuando el clima prometía cielos despejados y temperaturas más frescas. Su viaje abarcaría cuatro días, una inmersión completa en la belleza natural de la joya de Lombok.
Día 1: Un inicio tranquilo en Sembalun
La aventura comenzó en Sembalun, un apacible pueblo rodeado de colinas onduladas y sabanas. Tras llegar temprano y obtener su permiso de escalada, Velysia emprendió su caminata. El primer día ofreció una introducción engañosamente suave, con pendientes graduales que serpenteaban entre campos dorados bajo el sol tropical.
En cada punto de control, las fuentes de agua eran abundantes, pero el tercer punto de control destacaba por su suministro limpio y refrescante. A última hora de la tarde, Velysia llegó a su primer campamento, ubicado en Plawangan Sembalun. Desde este lugar, el borde del cráter ofrecía una vista impresionante del lago Segara Anak, enmarcado por las escarpadas paredes de la caldera.
La cena esa noche fue sencilla pero satisfactoria, y al caer la noche, la Vía Láctea desplegó su brillo sobre el cielo oscuro. Las estrellas parecían estar más cerca aquí, su luz más intensa en el aire delgado de la montaña.
Día 2: Las colinas del arrepentimiento
El segundo día comenzó con un desafío intimidante: Bukit Penyesalan, o las “colinas del arrepentimiento”. La empinada y constante subida puso a prueba su determinación, pero cada paso agotador la acercaba más al corazón del cráter. A primera hora de la tarde, Velysia llegó al borde del cráter en Plawangan Sembalun, donde una fría brisa la recibió y rejuveneció su cansado cuerpo.
La vista desde aquí era impresionante. Las aguas turquesas del lago Segara Anak brillaban bajo el sol, y a lo lejos se alzaba la cumbre, un recordatorio imponente de los desafíos que aún quedaban por delante. Tras un breve descanso, Velysia se preparó para la noche, sabiendo que el ascenso a la cumbre comenzaría mucho antes del amanecer.
Día 3: La cumbre y la serenidad
El ascenso a la cumbre comenzó a las 2 de la madrugada, bajo el resplandor de una luna llena. La luz plateada iluminaba el sendero, compuesto por rocas sueltas y arena volcánica fina. Fue una marcha lenta y extenuante: cada paso hacia adelante parecía ir acompañado de un pequeño retroceso.
El tramo final, ominosamente llamado “La letra S”, fue el más difícil. Vientos fríos azotaban las crestas mientras Velysia ascendía. Pero al amanecer, estaba triunfante en la cumbre del Monte Rinjani. La escena era surrealista: un horizonte pintado con tonos dorados, la sombra de la montaña extendiéndose sobre el lago Segara Anak y las nubes arremolinándose debajo.
El descenso hacia el lago fue una experiencia completamente diferente: más rápido y ligero. Al mediodía, Velysia llegó al corazón del cráter, donde las aguas termales la esperaban. Aquí, los pozos geotérmicos ofrecieron la oportunidad de sumergirse y aliviar las molestias de los días pasados. Rodeada por la majestuosidad del paisaje volcánico, este momento se sintió como un lujo bien merecido.
Día 4: Una última subida y el descenso por el bosque
El último día trajo un desafío inesperado: una subida de regreso a Plawangan Senaru antes del largo descenso. A pesar del cansancio, Velysia perseveró, alcanzando la cresta y comenzando el sendero arenoso hacia el bosque.
El descenso fue empinado, con el denso follaje de la jungla cerrándose a su alrededor. A última hora de la tarde, llegó a Jebah Gawa, un pequeño campamento base al final del sendero. Los aldeanos mayores la recibieron con cálidas sonrisas, y compartió una comida mientras reflexionaba sobre la aventura que había puesto a prueba sus límites y recompensado su espíritu.
Una odisea inolvidable
Los cuatro días de trekking de Velysia hasta la cumbre del Monte Rinjani fueron más que una caminata; fue una odisea a través de terrenos diversos, emociones intensas y maravillas naturales. Desde las sabanas de Sembalun hasta las vistas etéreas desde la cumbre y las relajantes aguas termales del lago Segara Anak, cada momento se sintió como una página de un relato épico.
Para quienes estén considerando ascender al Monte Rinjani, su consejo es simple: prepárense, tanto física como mentalmente. Este no es un viaje para los débiles de corazón, pero para quienes se atrevan, las recompensas son incalculables.