El Viaje de Angeline al Mt. Rinjani: Una Prueba de Resistencia y Asombro

Ready to Go?

Angeline, una viajera enérgica de Filipinas, emprendió un viaje para conquistar el Mt. Rinjani, el segundo volcán más alto de Indonesia. Con una altitud impresionante de 3.726 metros, este volcán activo le ofreció una mezcla de belleza natural inigualable, desafíos físicos agotadores y momentos de tranquila introspección. Su trekking de 3D/2N al Cumbre y al Lago se convirtió en un testamento de su resistencia y aprecio por el esplendor salvaje de la naturaleza.

El Comienzo: Un Preludio Costero

El día comenzó temprano en Senggigi, donde Angeline y su amiga fueron recogidas a las 5 a.m. para el viaje de dos horas hacia Senaru. Mientras el coche circulaba por las carreteras costeras de Lombok, las vistas serenas de la mañana ofrecieron una calma fugaz antes de los desafíos físicos que les esperaban. Al llegar a una posada en Senaru, el par se unió a un grupo mixto de excursionistas que se preparaban para sus diversas aventuras. Con panqueques y té caliente para el desayuno, Angeline se encontró rodeada de compañeros aventureros, algunos intentando un Trekking de Cumbre 2D/1N, otros comprometidos con el recorrido completo de 3D/2N.

En la estación de trekking, el grupo finalizó sus registros y conoció a su guía. El grupo de Angeline estaba compuesto por nueve personas de diversos países. Aunque al principio eran desconocidos, pronto compartirían la camaradería que solo se logra con una lucha y un triunfo compartidos.

El Ascenso: Sudor, Monos y Persistencia

El trekking comenzó con una facilidad engañosa, serpenteando a través de una selva tropical con inclinaciones relativamente suaves. El optimismo inicial de Angeline se desvaneció rápidamente cuando el sendero se empinó. El peso de su mochila, llena de artículos que más tarde admitiría que no eran necesarios, aumentaba la carga. Jadeando y resoplando bajo el dosel tropical, se maravillaba de los porteadores. Usando solo sandalias y llevando hasta 35 kilogramos de suministros, estos lugareños se movían con un ritmo constante, a menudo adelantando a los excursionistas que luchaban.

Después de una hora, el grupo llegó a la primera estación. El breve descanso fue un alivio, pero la realidad de las seis horas restantes era desalentadora. Para cuando llegaron a la tercera estación, los porteadores ya estaban preparando un almuerzo muy esperado. Angeline describió la comida: fideos, verduras, huevos y piña fresca, como simple pero rejuvenecedora, un oasis culinario en medio de la exigente subida.

A medida que el sendero ascendía, la selva dio paso a caminos rocosos y abiertos. El aire se enfrió, y Angeline se encontró sola en tramos del sendero, acompañada solo por el sonido de las hojas moviéndose y los monos macacos ocasionales. Aceptó la soledad, encontrando paz en la interacción entre su resistencia y la naturaleza circundante.

Llegando al Borde del Cráter: Por Encima de las Nubes

El último empuje hasta el Borde del Cráter de Sembalun fue el más desafiante. El sendero, ahora una combinación empinada de escombros sueltos y rocas, puso a prueba la determinación de Angeline. Cada paso requería un equilibrio cuidadoso, con sus piernas temblando por el esfuerzo. Su determinación de llegar al campamento base se alimentaba de la promesa de una golosina bien ganada: una barra de Snickers esperando en su mochila.

A medida que ascendía más alto, las vistas se transformaban en un paisaje de ensueño. Las nubes giraban por debajo de ella, revelando fugaces destellos del lago Segara Anak, de color turquesa, situado dentro de la caldera. Cuando Angeline finalmente llegó al borde del cráter, fue recibida por vistas impresionantes y un sentimiento de logro que hizo que cada agotador paso valiera la pena.

Después de asentarse en el campamento, Angeline visitó el mirador del borde del cráter. Con el sol poniéndose sobre las distantes cumbres y la fresca brisa rozando su rostro, saboreó su barra de Snickers, el bocado de chocolate más duramente ganado que jamás había tenido.

Anochecer: Una Carpa Bajo las Estrellas

Cuando la noche descendió, la temperatura cayó drásticamente. El grupo se agrupó alrededor de bebidas calientes y compartió historias antes de retirarse a sus carpas. Angeline describió la experiencia de acampar en el borde del cráter como mágica y humilde al mismo tiempo. Las estrellas sobre ellas parecían lo suficientemente cerca como para tocarlas, y los sonidos distantes de la naturaleza le recordaron su pequeño lugar en el gran esquema de las cosas.

Sin embargo, la noche no estuvo exenta de desafíos. El frío se filtraba a través de las capas de ropa, y el ocasional susurro del viento contra la carpa interrumpía su descanso. A pesar de estas incomodidades, Angeline se sentía agradecida por la experiencia única: dormir en el borde de un volcán activo, rodeada de belleza y aventura.

Reflexión: Un Viaje de Fuerza

Al mirar atrás en su primer día de trekking en el Mt. Rinjani, Angeline no pudo evitar maravillarse de la fuerza que encontró dentro de sí misma. Las demandas físicas la habían llevado al límite, pero las recompensas eran incomparables. Desde la camaradería de su grupo hasta las impresionantes vistas por encima de las nubes, cada momento contribuyó a un capítulo inolvidable en su historia de viajes.

Para Angeline, el Mt. Rinjani fue más que una caminata: fue un viaje de descubrimiento, perseverancia y conexión con la belleza salvaje de la naturaleza. Mientras se preparaba para los desafíos del día siguiente, llevaba consigo un renovado sentido de propósito y un profundo aprecio por la aventura que la llevó al corazón del icónico volcán de Lombok.

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